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Reservistas voluntarios en primera línea

23/07/2017

Reservistas voluntarios en primera línea

El teniente Miguel Mayoral.

“Siempre dispuestos” es el lema de la Asociación ARES de Reservistas Españoles y lo demuestran bien todos aquellos españoles que ofrecen su disponibilidad a las Fuerzas Armadas españolas. Puente entre la sociedad civil y la militar, los reservistas voluntarios portan el uniforme con orgullo y demuestran, en cada activación, su necesidad.

Cuatro historias, diferentes pero con un nexo común: servir a España y ser de utilidad a sus Fuerzas Armadas. Cuatro socios de ARES que han sido recientemente activados y cuentan, en primera persona, su experiencia.

Documentando las Efemérides
El teniente (RV) Miguel Mayoral Guiu Está destinado en el Regimiento de Especialidades de Ingenieros nº 11, en Salamanca, “una de las unidades más potentes del Ejército de Tierra”, puntualiza. Es empleado de la Administración del Estado y siempre quiso ser oficial del Ejército, aunque por diversos motivos no lo había podido lograr, hasta que accedió a la Reserva Voluntaria “vi una oportunidad, en ese momento, de poder cumplir mi deseo”, declara.

El teniente Miguel Mayoral.

En su vida militar ha sido activado en varias ocasiones, tanto en su actual unidad, como en un Centro Deportivo y para realizar el curso de iniciación a la Guerra NBQ en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares. Su última activación tuvo lugar en la Academia de Artillería de Segovia el pasado año.Como Doctor en Historia, investigador e historiador y mis conocimientos profesionales en archivos y archivística, además de escritor, el MADOC, del que depende la Academia, solicitó reservistas con dicho perfil laboral a las Subdelegaciones de Defensa, para documentar las Efemérides de la Academia de Artillería y hacer algunas nuevas. Fui el elegido. El trabajo lo he desarrollado durante mis últimas dos activaciones”, explica.

Unas activaciones que para el teniente Mayoral Guiu han sido una experiencia estupenda. “En la Academia de Artillería el trato ha sido superior a todos los niveles. Recibí todo tipo de facilidades para poder realizar la misión encomendada. Labor de investigación en el Archivo Militar del Alcázar de Segovia, donde se me facilitó en todo momento mi labor, y de investigación en la Biblioteca de la ACART. Hubo que trabajar durante estas activaciones miles de documentos, además de libros antiguos y memoriales del Arma de Artillería. Desde la época de los Reyes Católicos hasta la fecha. Es un honor para cualquier militar servir en una Academia Militar que es la más antigua del mundo, y donde han pasado personas tan insignes de las Armas y las Ciencias”, afirma.

Sanidad en la UME
Llegar y besar el santo. Así han sido las activaciones para la alférez (RV) de Sanidad Militar Esperanza María Alonso Jiménez. Esta enfermera, especialista en Enfermería del Trabajo, tiene su UCO (Unidad, Centro u Organismo al que el reservista está adscrito) en el Quinto Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM V) de la Unidad Militar de Emergencias en León.

A Esperanza siempre le gustó la vida castrense. Lo había vivido en casa, ya que su padre, que siempre fue un ejemplo para ella, era militar. “Pero cuando empecé a estudiar la única presencia femenina en el ejército eran las Damas de Sanidad Militar”, explica, “eran un equivalente a las auxiliares de enfermería y yo lo hice, ya que si quería estar en el ejército era la única manera). Más tarde y ya estudiando Enfermería en la Universidad Complutense de Madrid, solicité como Unidad Docente el Hospital “Gomez Ulla”, donde pasé los tres años de mi carrera, hice mis prácticas profesionales Mis profesores eran la mayoría militares, eso me dio la oportunidad de conocer mejor este mundo, de participar en maniobras (como personal femenino sanitario, recuerdo las ‘Trueno 83’ con la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares). Además, aunque pertenecíamos a la Universidad Complutense, las clases teóricas las dábamos en la Academia de Sanidad Militar, al lado del Hospital, con todo lo que ello conllevaba, disciplina en el vestir, horario, respeto a los profesores, etc… Más tarde y posteriormente me trasladé a Asturias por razones personales y hasta hace un año no pude retomar mi «asignatura pendiente» que era pertenecer a las Fuerzas Armadas”.

Tantos años con la espinita y recién llegada, ya que es de la promoción de 2016, en junio de ese mismo año la activaron en el Instituto Tecnológico de la Marañosa. “Durante mi activación elaboré para la Dirección de Personal del ITMA un par de informes sobre las Evaluaciones de riesgos de algunas unidades del pabellón NBQM, di varias charlas de formación sobre Riesgos Biológicos y Químicos y asesoré dentro de mi formación en algunos otros temas que me pidieron, como sobre almacenamiento de sustancias peligrosas”, explica. Una experiencia durante la que aprendió, trabajó mucho e incluso pudo acudir al II Congreso de Sanidad Militar que se celebró en el Hospital Central de la Defensa. “Sólo tengo palabras buenas para todo el personal con el que trate en la Marañosa, desde los profesionales del NBQM (civiles y militares), hasta el general, el teniente coronel y el resto de personal con el que tuve contacto”, afima. “Me trataron como a cualquier profesional de los allí destinados y espero que mi estancia allí les fuera útil a ellos porque para eso me activé. Además aprendí muchas cosas que desconocía sobre los sistemas de comprobación de materiales, munición, etc… que utiliza nuestro ejército. Me quedaron muchas cosas por ver y por aprender y creo que también por aportar, no obstante, un mes pasa rápido y crees que te va a dar tiempo hacer muchas cosas… pero la verdad es que no. Este año ha sido inviable activarme allí porque las activaciones en ese centro eran de dos meses y en mi trabajo es difícil ausentarme dos meses seguidos, pero no descarto volverme activar allí nuevamente, tengo un recuerdo estupendo. Trabajé bastante pero para eso estaba allí, para ayudar, por eso me quedó la sensación de que había sido poco”. Este año la han activado en el Regimiento de Infantería Ligero Aerotransportable «Príncipe» nº 3 del Ejército de Tierra ubicado en Asturias, en el acuartelamiento Cabo Noval, formando parte de la Brigada “Galicia” VII de la BRILAT.

Y no queda aquí su experiencia, también ha realizado el NIRVUME una fase de instrucción y adiestramiento obligatoria para los reservistas voluntarios que soliciten incorporarse a la Unidad Militar de Emergencias (UME) para prestar servicios. “Era una cosa que no esperaba, ya que me habían avisado de que había mucha gente esperando por el curso, con más antigüedad que yo en la reserva y que había mucha demanda”, explica Esperanza. El NIRVUME es intensivo y te permite conocer tus límites, “pero sobretodo te enseña el compañerismo de aquellos que te rodean y de los que en caso necesario, serían tu apoyo y ayuda para realizar tu trabajo en condiciones especiales y concretas”, señala. Además, “aprendes a apreciar lo que hacen los hombres y mujeres de la UME de las distintas unidades: incendios, rescate vertical, inundaciones, etc… y a valorar el trabajo, su trabajo, ese trabajo que parece tan fácil pero que cuando haces el NIRVUME te das cuenta de que no lo es, sino que ellos lo hacen parecer fácil, por su entrenamiento, su buen hacer profesional y su constancia; pero sobre todo por esa pertenencia al grupo que infunde la UME, esa multidisciplinariedad basada en que sin todos, no es posible llevar acabo el cometido con un resultado satisfactorio”, afirma la teniente enfermera.

En Operaciones Especiales

El teniente Constantino Muñiz.

Constantino Muñiz es socorrista y desde sus tiempos de flecha en al Organización Juvenil Española tenía ganas de aportar su grano de arena sirviendo a España. Por eso se hizo reservista voluntario y ahora es teniente (RV) en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE). “Obtuve plaza de docente de Educación Física y el ser experto en varias artes marciales junto a mi afición a la Montaña marcaron mi preferencia”, declara. Allí, en la EMMOE, ha estado activado durante un mes, de mediados de enero a mediados de febrero, este año 2017, preparando el Campeonato Militar de Esquí y ejerciendo de juez durante la competición, además de planificando rutas y travesías en entorno nevado, tanto a pie, con raquetas y esquís, equipados con piel de foca. Una experiencia, en palabras del teniente Muñiz, “totalmente satisfactoria. La EMMOE siempre ha tratado de maravilla a los reservistas. El trato ha sido muy cordial a todos los niveles y en este caso el teniente coronel Allo, el capitán Guzmán y el cabo mayor Martín, tan solo por citar con los que tuvimos más trato los siete reservistas activados para el campeonato, aún mejoraron ese trato”. Un teniente, un alférez y cuatro sargentos reservistas voluntarios fueron activados junto con Muñiz, que cada día “mandaba la formación durante el izado de la Bandera, daba novedades al teniente coronel Allo y más tarde me transmitía el planning que yo comunicaba a los demás”. Una curiosidad: el otro teniente activado, también llevaba “Muñiz” sobre la solapa, ya que era el hermano de Constantino, “con lo cual puedo asegurar que me sentí como en casa”, afirma divertido.

Constantino ya tenía ganas de que lo volviesen a activar, algo que no ocurría desde 2010 y no puede disimular su felicidad. “Estos seis años en blanco han sido duros pero mereció la pena la constancia”, afirma. “Aunque confío en no tener que esperar tanto por otra activación”. Es reservista voluntario desde 2006 y también le contrataron como experto para impartir clases de combate cuerpo a cuerpo al L Curso de Jefes de Unidades de Operaciones Especiales durante la fase de combate en población que se desarrolló en Pardos, Calatayud.

Prevención de Riesgos Laborales
Hace nueve años que Francisco Andrades Gil es alférez reservista voluntario, aunque había accedido a la reserva antes, como suboficial. Este graduado en Recursos Humanos y Máster en Riesgos Laborales, que en la vida civil es gerente de una empresa de suministros industriales, ha estado activado de enero a marzo de 2017 en la USAC (Unidad de Servicio del Acuartelamiento) de Camposoto, en la localidad gaditana de San Fernando. Y con anterioridad, como suboficial, estuvo activado en abastecimiento de las Fuerzas Aeromóviles de Ejército de Tierra (FAMET) hasta que cambió de destino y especialidad y pidió vacante en Camposoto.

El alférez Francisco Andrades.

¿Qué hace para poder activarse? Pues como muchos reservistas voluntarios, pedir vacaciones en el trabajo. Por eso, cuando salió activado en el Boletín Oficial de Defensa cuatro meses, tuvo que pedir que fueran sólo dos, porque no podía ausentarse tanto tiempo de su puesto de trabajo. Para este gaditano, que vive en Arcos de la Frontera, ésta ha sido su activación más larga, después de tres años sin ser activado, “hasta ahora me habían activado una semana o quince días y no te da tiempo a nada. Ahora las activaciones son mínimo un mes y puedes darte a conocer en la unidad, saben qué es lo que haces y lo que puedes aportar”, afirma el alférez Andrades.

Durante esos dos meses ha estado integrado en la oficina de PRL (Prevención de Riesgos Laborales), junto con un sargento primero, un soldado y un comandante y ha elaborado presentaciones para formaciones en distintos cursos: carretillas, pantallas de visualización de datos, manuales de formación, o primeros auxilios. Dos meses que se le pasaron muy pronto y durante los que se sintió completamente integrado en la unidad, aprendiendo y siendo útil.

“Para mí es un orgullo vestirme de uniforme”, afirma Andrades. “Primero estoy aquí por mi amor a España, segundo por mi vocación de servicio y tercero porque ha sido una ilusión que siempre he tenido desde pequeño”. Y es que, Francisco Andrades intentó entrar en la Academia General Militar cuando terminó COU, algo que no consiguió. Pero su hijo ha llevado a cabo el sueño de su padre, con su mismo nombre, es cadete de la AGM.

Orgullo de ser reservistas voluntarios
“La activación es la razón de ser del reservista”, sentencia la alférez Alonso. “Cuando un profesional civil decide dar el paso a la condición de reservista, puede que tenga muchos objetivos, pero seguro que el servir y pertenecer a las Fuerzas Armadas españolas es el prioritario, poder aportar todo lo que sabe a su país a través de su profesión y dentro de las fuerzas armadas es lo que le motiva y probablemente el objetivo principal de su decisión. La activación para un reservista es la aportación que se espera de él, es el objeto de la norma por la que existimos, por eso no se entiende que en algunos casos tengamos compañeros reservistas que no se han activado en años, eso desmotiva, desilusiona y produce abandono, es una lástima”, lamenta.

Para el teniente Mayoral, ser activado, además, “es un reconocimiento a nuestra valía y vocación de servicio”. De la misma opinión es el teniente Muñiz, que destaca que las activaciones “materializan el compromiso con la cultura de defensa”, y pone de relieve las actividades que, a este respecto, realiza la delegación de ARES en Asturias, en colaboración con la Delegación de Defensa y la Comandancia Naval e impulsadas por su delegado, Benigno A. Maújo. Y es que, como señala el alférez Andrades, la función del reservista es, además, “en el dia a día de la vida civil dar a conocer el ejército y todo lo bueno que las Fuerzas Armadas aportan. Somos el nexo de unión entre sociedad civil y la militar”.

En cuanto a la labor de los reservistas voluntarios, el alférez Andrades lo tiene claro “venimos a apoyar y tenemos obligación moral con nuestro país y derecho constitucional de defenderlo”, explica, “nuestra función es aportar, sumar, así me gustaría que lo sintiese el mando y creo que ya nos va viendo como ayuda”. “Ser reservista es una actitud (con c y no con p), un compromiso hacia la sociedad, hacia tu país y una forma de acercar el ejército a la sociedad civil”, afirma la alférez Alonso, “no somos héroes, ni frikis, ni tampoco tenemos una ideología política concreta, ese mensaje debe de llegar a aquellos que nos ven como “raros” a esos empleadores que no facilitan las activaciones, sino que las dificultan y a veces las impiden. Estar orgulloso de pertenecer a un país y demostrarlo cediendo un poco de nuestro tiempo a las Fuerzas Armadas, es el mensaje que debemos hacer llegar al resto de la sociedad. En otros países, tener un reservista en la empresa es un distintivo que enorgullece y que aporta garantías de calidad. ¿Por qué en España no? Poco a poco estoy segura que lo conseguiremos”.

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